En momentos de adversidad o crisis, como los que estamos viviendo tras la tragedia de la DANA en Valencia, parece que el mundo nos empuja a ser fuertes, a seguir adelante como si nada hubiera pasado. Sin embargo, lo que muchas veces necesitamos no es esconder lo que sentimos, sino abrazarlo. Reconocer nuestras emociones, darles espacio y aprender a gestionarlas es una de las claves para sanar y adaptarnos a la realidad que nos rodea.
El peso emocional de las crisis
Las crisis no solo dejan huellas visibles en los paisajes destruidos o en los bienes materiales perdidos. Hay un impacto menos evidente, pero igual de profundo, en nuestras emociones. Angustia, tristeza, impotencia e incluso rabia son sentimientos que pueden invadirnos cuando vemos cómo la naturaleza, implacable, altera nuestras vidas.
A menudo nos exigimos estar a la altura, mantenernos firmes por los demás o minimizar lo que sentimos porque “otros están peor”. Sin embargo, estos intentos de bloquear o invalidar nuestras emociones pueden llevarnos a un estado de agotamiento emocional.
Un estado de apatía, como lo describen algunos expertos, puede convertirse en un enemigo silencioso: ese hastío que nos desconecta no solo de los demás, sino también de nosotros mismos. ¿Qué podemos hacer para evitarlo?
Aceptar para adaptarnos
El primer paso para adaptarnos a cualquier crisis es aceptar lo que estamos sintiendo. No hay emociones “buenas” o “malas”, todas cumplen una función. Sentir tristeza nos permite conectar con la pérdida; la ira, por su parte, puede ser un motor de acción si sabemos canalizarla. Lo peligroso no es sentir, sino bloquear esas emociones, cargando con una mochila invisible que, tarde o temprano, pesará demasiado.
Aceptar significa reconocer que está bien no estar bien. Que es normal sentirse desbordado. Y, sobre todo, que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de fortaleza. Buscar espacios para desahogarnos, hablar con alguien de confianza o acudir a un profesional son pasos importantes para procesar lo que vivimos.
Además, es fundamental recordar que no estamos solos. Las conexiones con los demás pueden convertirse en un refugio. Escuchar, validar y acompañar a quienes nos rodean, sin juzgar ni intentar “arreglar” lo que sienten, puede ser un bálsamo tanto para ellos como para nosotros.
El impacto del estrés emocional en el cuerpo
Lo que sentimos no solo afecta nuestra mente; también se refleja en nuestro cuerpo. El estrés emocional, sobre todo cuando se acumula, puede generar tensiones físicas, dolores y desequilibrios que a menudo ignoramos.
El sistema nervioso, encargado de coordinar cada función de nuestro organismo, también sufre las consecuencias. Cuando estamos sometidos a un estrés constante, nuestras defensas bajan, nuestro sueño se ve alterado y es más probable que experimentemos molestias físicas, como tensiones musculares o dolores de cabeza.
En este sentido, la quiropráctica juega un papel crucial. Al liberar el sistema nervioso de interferencias —como las subluxaciones vertebrales—, permitimos que el cuerpo funcione de manera óptima y se adapte mejor a las demandas que enfrentamos, tanto físicas como emocionales.
La quiropráctica como aliada en tiempos de crisis
La quiropráctica no solo busca aliviar molestias físicas; es un enfoque integral que considera la conexión entre mente y cuerpo. Al ajustar la columna vertebral, se liberan tensiones acumuladas y se optimiza la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo. Esto puede traducirse en:
- Mejor capacidad de adaptación: Un sistema nervioso libre de interferencias responde mejor a los cambios y el estrés.
- Mayor equilibrio emocional: Al reducir la tensión acumulada en el cuerpo, es más fácil gestionar las emociones.
- Fortalecimiento del sistema inmunológico: En momentos de crisis, cuidar nuestra salud física es tan importante como gestionar nuestras emociones.
Además, acudir regularmente a un quiropráctico nos ayuda a cultivar una mayor conciencia corporal, a escuchar lo que nuestro cuerpo nos dice y a prevenir problemas mayores antes de que aparezcan.
Cuidarnos para cuidar
En tiempos de adversidad, muchas veces priorizamos el bienestar de los demás por encima del nuestro. Queremos ser el apoyo de nuestra família o amigos. Sin embargo, no podemos dar lo que no tenemos. Cuidarnos no es un acto egoísta, sino una necesidad para poder estar ahí para los demás.
Encontrar momentos para respirar, para hacer algo que nos haga sentir bien, para movernos o simplemente para estar en silencio con nosotros mismos puede marcar la diferencia. Y si sentimos que no podemos hacerlo solos, buscar ayuda es el mejor regalo que podemos darnos.
Esperanza, conexión y acción
En medio de la incertidumbre, necesitamos esperanza. Una esperanza que no niegue lo difícil de la situación, sino que nos inspire a seguir adelante. Recordar que, aunque no podamos controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor, sí podemos elegir cómo respondemos a ello.
Crear espacios para hablar, para conectar con los demás, para escuchar y ser escuchados, nos ayuda a procesar lo que vivimos. Y, al mismo tiempo, tomar acción, aunque sea en pequeños pasos —como ajustar nuestra postura, cuidar nuestra alimentación o acudir a un ajuste quiropráctico—, nos devuelve una sensación de control y bienestar.
Juntos en el camino
Como quiropráctico, veo cada día cómo el estrés emocional afecta a las personas que llegan al centro. Pero también veo cómo, al cuidar su sistema nervioso, comienzan a sentirse más fuertes, más equilibrados y más capaces de enfrentar lo que la vida les pone delante.
Que no nos dé miedo sentir. Que no nos dé miedo pedir ayuda. Que no nos dé miedo cuidarnos. En estos tiempos difíciles, necesitamos estar juntos, apoyarnos y recordar que, aunque el camino pueda parecer oscuro, siempre hay una luz al final.
Estamos aquí para acompañarte, para escucharte y para ayudarte a recuperar tu equilibrio, tanto físico como emocional. Porque, al final del día, todos necesitamos esperanza, cuidado y conexión para salir adelante.
Centros quiroprácticos en Valencia y Rocafort de Richard Millo
Richard Millo siente pasión por la quiropráctica. Cree en lo que hace y su único objetivo en la vida, su misión como Doctor en Quiropráctica, es ayudar a la gente a entender que la salud viene de dentro. Que tenemos una inteligencia innata y su trabajo es liberarla. Ayudar a nuestro cuerpo a que sea él mismo el que nos cure.
Te invitamos a que vengas al centro quiropráctico en Valencia o Rocafort a conocer a Richard Millo para que te haga una revisión completa y te asesore de la forma más profesional con sus 32 años de experiencia y así garantizar el bienestar de tu salud y la de tu familia. Richard contestará todas las preguntas que tengas.
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